Mentime con amor.

Entonces, decilo otra vez, y esta ocasión, sentilo, sentí como se deslizan esas palabras hacia mi oído, desde tu boca, ¿Sí? Decilo así, tan consciente, tan real y que parezca diferente.

Lo escondes por favor, esconde todo rastro de mezquindad malograda por la ataviada sensación de sentirte solo una, una y no dos, una de cuerpo y no nosotros dos.

Incesantemente repetí, repetí nuevamente la fórmula, una y otra vez, suave, como si no me diera cuenta, como si no supiera que al perdonar, te diera bandera para dañar.

Zambullámonos, tirémonos, una vez más, en la utopía irreal, de una relación formal, del ¿Cómo te fue hoy? si no nos fue, ni nos como, y mucho menos nos hoy.

Abrazá la técnica diplomática de besar sin sentir, de amar sin arder, de ser quién te pido que seas, sin ser vos, ni ser yo, ninguno de los dos, solo el trámite del viaje a continuación.

Burlate una y otra vez, de mi decisión de estar acá, de verla de menos, y verla mal, al final, la corporeidad ya la infravaloramos y enterramos sin percatarnos.

Encedé, nuevamente, la duda, la inseguridad, la ansiedad y la imaginación, que tomen posesión de tu cuerpo, de tu pensamiento, que emborrachen y nublen tu razón.

Termina de una vez de decirme lo que querías hacerme sentir, porque le diste la palabra al odio, a la desilusión, a la tristeza y al enojo, cuando todos ellos hablaron, menos vos.

Herí eternamente, la ilusión más cercana a la felicidad que sentí, sentimos e idílicamente, vivimos, y si me vas a mentir otra vez, bonita, mentime con amor.